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Túpac Amaru en el Virreinato de Nueva Granada (1781-1783)



La influencia del movimiento revolucionario que traspasó todas las fronteras


El levantamiento de Túpac Amaru no solo repercutió en el sur del Virreinato del Perú y en el norte del Virreinato del Río de la Plata, sino que tuvo focos en lo que hoy es Chile y Ecuador, así como en el Virreinato de Nueva Granada (Panamá, Colombia y Venezuela). En Nueva Granada se tiene registrado la presencia de tupacamaristas desde marzo de 1781, quienes creían que Túpac Amaru ya había capturado el Cuzco y Lima, teniendo el control de gran parte del Perú.

Muchos de estos personajes que mostraron su apoyo a la rebelión no solo provenían de las clases bajas, sino que también eran funcionarios virreinales y personas acomodadas. Se estima que había entre 20 000 a 30 000 simpatizante de Túpac Amaru en Nueva Granada, muchos de ellos dispuestos a atacar la capital del virreinato para luego avanzar al sur y unirse con los tupacamaristas del Perú.

“Que en la villa del Socorro donde es vecino se esparcieron con mucha anticipación los progresos y ventajas que en el Perú conseguía el rebelde Túpac Amaro contra las armas del Rey, cuyas noticias se sabían y esparcían por el doctor Don Francisco de Vargas cura párroco de aquella villa a quien las dirigía desde esta capital Don Manuel García Olano, Administrador de la Renta de Correos y las tenía también de Cartagena y otras partes”. (Salvador de Plata, 1781)

Los novogranadinos juraron lealtad a Túpac Amaru


A diferencia de los criollos del Perú y del Rio de la Plata, quienes se mostraban temerosos del Rey de España y que en gran medida traicionaron la causa rebelde al serles desfavorable, los novogranadinos tupacamaristas desconocieron total y abiertamente al rey español y juraron lealtad a Túpac Amaru como “Emperador de América y Rey del Nuevo Reino de Granada”, siendo algunos ejecutados sin retractarse de su afección a la causa.

“Viva el Rey Inca y muera el Rey de España y todos los que lo defendieren, sin que persona alguna lo estorbe, y si el cura lo intentase lo mandareis que se entre en su Iglesia y la gobierne, pues de no hacerlo seréis castigados a mi arbitrio, que asi lo proveo y mando. Yo el Capitán Luis Quiroz”. (Quiroz, 1781)

En el pueblo de Silos, en catorce días del mes de junio del año de mil setecientos ochenta y uno, se juntaron todos los del común de este mencionado pueblo. En voz alta, con bandera, pífano y tambor, se hizo voz:

“Que viva el Rey Inca y muera el Rey de España y todo su mal gobierno y quien saliese a su defensa”. Esto lo hicimos en obediencia de una papelera fecha del Capitán de Pamplona Luis Quiroz. Y por lo que conste firme Yo el Teniente, en nombre de todo el Común. Teniente Agustín Peña. Paso por el Capitán de Cepita, Juan Ignacio Ortega. Y sigan estos conductores su destino. Teniente y Capitán de Silos”. (Peña, 1781)

“Aunque contemplo que a la alta comprensión de Vuestra Excelencia, no se ocultan los varios acontecimientos que en la sublevación de esta tierra han pasado, juzgo que por la obligación de leal vasallo de Su Magestad me es permitido exponer a Vuestra Excelencia lo que he observado, como que me he hallado presente en la prisión e que me han tenido desde los principios. Toda la fuerza con que estos han levantado y mantenido su facción ha consistido en mañas y astucias, esparciendo voces falsas del indio Túpac, fingiendo los muchos pueblos y sujetos que los seguían: A unos decían que las cedulas que publicaba el señor Regente eran fingidas y no del Rey: que se mandaban pagar pecho de todos los comestibles hasta del agua y del sol: que los dos pesos del donativo eran perpetuos anualmente y que así quedaban tributarios como indios: A estos les prometían relevación de tributos para levantarlos: a los malvados les ofrecían el robo de cuanto tuvieran los ricos españoles y criollos fieles al Rey: A otros les brindaban con empleos de capitanes y cargos honoríficos de que ya se fingían dueños: a los buenos atemorizaron con prisiones, muertes y perdida de sus bienes. Y con efectos todas estas máquinas que pusieron en ejecución les surtieron su deseado efecto para la sublevación”. (Juez Ignacio Sánchez de Tejada al virrey Manuel Flórez Maldonado, 1781)



Referencias:
.- Proceso y sinopsis de la independencia de Colombia: publicación conmemorativa del sesquicentenario de la independencia nacional, Lucas Molano Daza (1965).
.- Cartas del Archivo General de la Nación de Venezuela: Sección de rebeliones, Siglo XVIII, Archivo Nacional (1939).


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